Margaret Thatcher, falleció hoy a los
87 años, levantó como pocos políticos en la historia del Reino Unido las
pasiones más encontradas, desde la admiración absoluta hasta un rechazo que
rozaba en muchos casos el rencor y el odio.
Para bien o para mal, Thatcher pasará
a la historia como una primera ministra conservadora fundamental que
transformó, y dividió, al país en los casi once años que estuvo en el Gobierno
y fue la primera mujer del Reino Unido en llegar al cargo más alto del poder.
Con tesón y estilo agresivo a la hora
de negociar, Thatcher se atrevió con todo, desde la casi destrucción de los
sindicatos, el enfrentamiento con el IRA, la defensa de los intereses
británicos frente a Europa, sus críticas a la desaparecida URSS y a un
conflicto armado en 1982, cuando envió tropas al Atlántico Sur para defender
las islas Malvinas de la ocupación argentina.
La fuerte voluntad y la
determinación de Thatcher le valieron el nombre de la "dama de
hierro", apodada así en su día por los medios soviéticos por su férrea
oposición al comunismo.
Nacida el 13 de octubre de 1925
en Grantham (norte de Inglaterra), la política "tory" procedía de una
familia de modestos recursos pues su padre había sido propietario de dos
tiendas de comestibles.
Con gran capacidad para el
estudio, Thatcher ingresó en un colegio secundario público de carácter
selectivo y consiguió entrar en la Universidad de Oxford, donde estudió
Química.
Pronto se daría cuenta de que su
pasión era la política, por lo que estudió Derecho y se graduó como abogada en
1954.
El paso más importante lo daría
en 1959 cuando fue elegida diputada por la circunscripción de Finchley (norte
de Londres), lo que le permitió ocupar la subsecretaría de Estado de Pensiones
en el Gobierno de Harold Mcmillan (1957-63). Después desempeñaría diversos
cargos en su partido cuando estaba en la oposición hasta 1970.
Con la victoria del
"tory" Edward Heath en 1970, Thatcher se encargó de la cartera de
Educación, pero cuando los conservadores perdieron las elecciones generales en
1974, desafió ese liderazgo y, para sorpresa de muchos, salió victoriosa.
Desde entonces, su carrera al 10
de Downing Street, residencia de los primeros ministros, fue meteórica al ganar
los comicios de 1979 en momentos en que el Partido Laborista estaba debilitado
y el país parecía paralizado por las huelgas y la crisis económica.
Su llegada al poder supuso una
completa transformación del Reino Unido al apoyar la privatización de
industrias estatales y el transporte público (trenes y autobuses); la reforma
de los sindicatos, a los que prácticamente despojó de poder, la reducción de
los impuestos y del gasto público y la flexibilidad laboral.
Las medidas pronto consiguieron
rebajar una inflación que parecía no tener freno, pero tuvieron un coste muy
alto para la población británica por el aumento del número de parados.
La euforia inicial por su llegada
al poder se transformó pronto en frustración, a tal punto que los sondeos
presagiaban la derrota de Thatcher en las elecciones generales de 1983.
Sin embargo, la inesperada
ocupación de las islas Malvinas por parte de los militares argentinos el 2 de
abril de 1982 cambió el rumbo de la historia.
La victoria de los británicos en
junio de ese año selló el destino, y la fama, de la "dama de hierro",
que se alzó con la victoria en las generales de 1983.
Con ese triunfo vendrían los años
duros de Thatcher, que no dudó en continuar con el congreso anual de su partido
en Brighton (sur de Inglaterra) cuando el IRA perpetró en 1984 un atentado
contra el hotel donde se celebraba o cuando se enfrentó a los mineros, a los
que derrotó en 1985, después de un año de enfrentamientos por el cierre de
pozos de carbón.
También marcaron los años de
Thatcher su fuerte alianza con el expresidente de EEUU Ronald Reagan y su
oposición al comunismo, si bien se dejó seducir por el carisma del reformador
soviético Mijail Gorbachov.
Pero el declive de Thatcher llegó
a finales de los 80 con su impopular "poll-tax", un impuesto municipal
cuyo impago se castigaba con la negación del derecho al voto, además de su
continua intransigencia sobre la integración europea.
Su caída por el controvertido
impuesto no vino de la mano del votante, sino de su propio partido, que el 22
de noviembre de 1990 la castigó con una revuelta interna por su implacable
determinación, la misma que la llevó al poder.
Fuente: EFE